Proceso. La Barbie, ¿se entregó o fue detenido?

Sospechosa Detención/
Ricardo Ravelo
Revista Proceso # 1766, 5 de septiembre de 2010;
Desde el momento de su captura, Édgar Valdez Villarreal no ha parado de darle a la Policía Federal información acerca de los principales capos y cárteles del narcotráfico, a cambio presuntamente de evitar su expulsión a Estados Unidos. Eso y el hecho insólito de que durante su arresto no se disparara ni un tiro han hecho pensar en una entrega pactada de este violento sicario, quien conoció por dentro tres organizaciones criminales, una de las cuales lo considera traidor.
Con una larga carrera criminal, amplia militancia en el narcotráfico –en 20 años pasó por tres cárteles como sicario, hasta alcanzar una jefatura– y estrechas relaciones con altos mandos policiacos, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, fue capturado el 30 de agosto en un operativo de la Policía Federal (PF) plagado de sospechas y que hizo correr versiones de una posible negociación para entregarse.
Según datos ya difundidos, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) ofreció presuntamente a Valdez Villarreal la garantía de no extraditarlo si colabora con las autoridades mexicanas para conocer el movimiento de los capos más importantes. Tal acuerdo se establece a pesar de que el gobierno de Estados Unidos ofreció una recompensa de 5 millones de dólares a quien aportara información para su captura.
En 2006 Steve Robertson, agente especial de la agencia antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), dijo que ese país quiere juzgar a La Barbie, a quien persigue por tráfico de drogas, conspiración y homicidio.
En el momento de su captura, Valdez Villarreal era –como Nacho Coronel en el momento de su muerte– un narcotraficante en ascenso. Su actividad criminal data de alrededor de 1992, cuando su nombre empezó a ser mencionado a raíz de ejecuciones perpetradas en Tamaulipas por gatilleros bajo su mando. Era sicario del cártel del Golfo.
Hábil en el oficio de matar y en otro igualmente útil en el narcotráfico, el de corromper policías, La Barbie creó en Tamaulipas una estructura de espías, Los Halcones, la cual repitió en Nuevo León y Guerrero tras su incorporación al cártel de Sinaloa, en particular a la célula entonces encabezada por Arturo, Alfredo y Héctor Beltrán Leyva, conocidos en su etapa de esplendor como Los Tres Caballeros.
Pronto atrajo la atención de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas o El Jefe de Jefes, entonces socios. El gatillero de origen estadunidense fue pieza clave en la conformación de la estructura de sicarios que Guzmán Loera utilizó después de su fuga, en enero de 2001, para irrumpir en Tamaulipas, territorio ampliamente conocido por La Barbie.
En la conquista de sus objetivos, tanto Guzmán como Beltrán Leyva parecieron encontrar en Valdez al sicario ideal. Tras su fuga y tan pronto El Chapo pudo recolocarse en el negocio del narco, La Barbie se dio a la tarea de crear un comando: Los Negros.
Los cabecillas eran Armando Valdez, su hermano, y Lucio Martínez Manríquez, El Sol, quienes se convirtieron en sus hombres de confianza. Otros miembros de este escuadrón que bañó de sangre el noroeste del país eran Jaime Valdez –a la postre socio de Arturo Beltrán y su representante en Nuevo León–, Manuel Alejandro Aponte y Carlos Ezequiel Maldonado.
Reforzado con armas de alto poder y más sicarios, el grupo Los Negros se convirtió en Los Chapos, a quienes se atribuyeron decenas de asesinatos, entre otros los de Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro –hermano de Amado, fallecido en 1997– y de Vicente Carrillo, líderes del cártel de Juárez. Rodolfo fue ultimado en septiembre de 2004 en Culiacán.
Édgar Valdez Villarreal es dos años menor que Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del cártel del Golfo: nació el 11 de agosto de 1973 en Laredo, Texas. Es hijo de Abel Valdez y de Ofelina Villarreal. En 1994 fue detenido en Springfield, Missouri, luego de que la Corte de Nueva Orleáns libró una orden de aprehensión en su contra por tráfico de drogas, homicidio y conspiración. Aparentemente salió bajo fianza.
Como pieza clave del equipo de sicarios de los hermanos Beltrán Leyva, Valdez cobró relevancia dentro del cártel de Sinaloa por las ejecuciones que perpetró, pero sobre todo por la capacidad mostrada para corromper y “comprar” autoridades federales, estatales y municipales.
Descrito a menudo como un individuo de piel blanca y cuerpo atlético –tal cual apareció el martes 31 al ser presentado por la SSP–, Édgar Valdez recibió el alias de La Barbie por su cabello rubio y su excesivo cuidado personal.
Según fuentes consultadas por Proceso, Valdez Villarreal siempre ha sido considerado un metrosexual, pues tuvo a su servicio a diversos estilistas, masajistas, dermatólogos y entrenadores de fisicoculturismo, quienes trabajaban en cuidar la apariencia personal del jefe de sicarios de los Beltrán Leyva.
Sus vínculos con altos mandos de la policía llegaron a tal grado que son referidos en averiguaciones previas. Una de ellas –PGR/SIEDO/UEIDCS/106/2005– dice que en 2003 Arturo Beltrán ordenó a La Barbie que entrara en contacto con Domingo González Díaz, director del Centro de Mando de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y brazo derecho de Genaro García Luna, entonces director de esa agencia (Proceso 1763).
El objetivo, según la indagatoria y otras versiones confirmadas por este semanario, era llegar a un arreglo con la AFI para brindarle protección a la organización de El Chapo Guzmán y a una de sus células más importantes, la de los hermanos Beltrán Leyva.
En la averiguación –que se inició en 2005 a raíz de que una veintena de agentes de la AFI en Guerrero fueron investigados por servir a los Beltrán Leyva– se acusa a González Díaz de recibir 1 millón de dólares –no se precisa con qué periodicidad– a cambio de dar protección a los capos sinaloenses.

La captura

La mañana del 30 de agosto, Édgar Valdez Villarreal despertó en su escondite supuestamente sin saber que ese día terminaría su carrera criminal y empezaría otra, al servicio del gobierno: la de delator.
Tres semanas antes de su captura, el 9 de agosto, en la Ciudad de México la PF cateó varios departamentos lujosos en el edificio Armony House, en Paseos de los Tamarindos 140, Bosques de las Lomas.
Aunque oficialmente no se informó de ese operativo, trascendió que 200 agentes federales ya le seguían los pasos a La Barbie, quien se movía en una amplia zona que comprendía el Distrito Federal y los estados de Morelos, Michoacán, Guerrero, Jalisco, Sonora, Nuevo León y Tamaulipas.
En diciembre de 2009, según declaró ante la PF, recibió una llamada de su jefe, Arturo Beltrán, quien le pidió ayuda para enfrentar a los marinos que ya lo tenían rodeado a las afueras de su departamento en Cuernavaca.
Según declaró, La Barbie le sugirió a Beltrán que se entregara a las autoridades; eso aumentó la sospecha de que es un delator, pues durante el operativo de su captura no hubo ningún disparo, a pesar de que Valdez Villarreal es uno de los narcotraficantes más violentos y no obstante que al menos 10 pistoleros le cuidaban las espaldas en su búnker de Lerma, Estado de México.
El inmueble donde Valdez Villarreal se refugiaba está a unos 300 metros de la avenida principal de la ranchería de Cañada de Alférez, en el pueblo de Salazar. La Barbie construyó ahí una casa de tres niveles con nueve chimeneas, amplios ventanales y terrazas con vista hacia una tupida vegetación y extensas arboledas.
Según datos oficiales, el lugar era visitado por Valdez Villarreal los fines de semana. En el terreno hay una cabaña que operaba como hotel. La casa tiene caballerizas, además de mesas de billar y futbolito, algunas de las distracciones favoritas de los capos.
Según datos confirmados, el día de la detención Édgar Valdez no estaba en esa casa. Ahí sólo fueron encontrados sus escoltas, unos 10 pistoleros que aguardaban la llegada de su jefe.
La casa de La Barbie fue rodeada por los agentes federales, quienes anularon la acción de los gatilleros de Valdez. Sin disparar sus armas, los policías sólo esperaron la llegada del capo para detenerlo. Nadie opuso resistencia.
El comisionado de la PF, Facundo Rosas, intentó atajar los cuestionamientos por lo inverosímil del operativo sin violencia. Señaló que la captura de Valdez “fue una operación quirúrgica”, pero se negó a dar los pormenores.
Incluso, el funcionario no pudo precisar el número de efectivos que participaron en la detención de La Barbie: “Estamos manejando unidades de inteligencia, éstas varían, tienen algunos componentes de analistas, de investigadores, de tal suerte que no hay una cantidad precisa de cuántos operaron; sí tenemos claro que fueron varias unidades de inteligencia”, dijo el funcionario.

De capo a delator

Tan pronto como fue aprehendido, Valdez Villarreal comenzó a hablar ante la PF de lo que sabe sobre el narcotráfico en México. Confirmó, entre otras cosas –y ésta sería otra evidencia del posible acuerdo con la SSP–, que en 2007 los cárteles del Golfo y de Sinaloa pactaron una tregua.
De ese pacto dio cuenta Proceso en su edición 1600, con fecha 1 de julio de 2007, en cuya portada podía leerse: Narcocumbre.- El pacto de los narcos. El reportaje informaba que en una reunión de los principales líderes del narco se había llegado al acuerdo de una especie de tregua “para enfriar” al país, a través del cual se repartían territorios a fin de proteger sus negocios ilícitos. En cuanto al lugar de la reunión, a Proceso le fue en aquel momento imposible precisarlo. Los datos recabados entonces la ubicaban en algún lugar de Tamaulipas o de Aguascalientes.
La Barbie completa ahora la información. Precisó que el cónclave de capos se realizó en Morelos, a donde acudieron El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada e Ignacio Nacho Coronel, entre otros. En su testimonio, que la SSP difundió sin reparar en la violación a la secrecía de una averiguación previa, La Barbie acusó a su exjefe (El Chapo) de romper dicho pacto y dijo que toda la negociación se derrumbó por la disputa de la plaza de Ciudad Juárez.
Aceptó que se dedica al narcotráfico y que opera solo, “porque es mejor”; que la droga la compraba en Colombia; que explotaba la ruta Panamá-México-Estados Unidos, y que los panameños le envían el dinero en tractocamiones.
Aunque fue acusado de traicionar a su jefe Arturo Beltrán, La Barbie declaró que eran amigos, aunque en otra parte del testimonio difundido por la SSP relató que cuando Arturo andaba drogado lo quería matar, y cuando no, lo trataba bien.
Este cambio de conducta le generó sospechas a Valdez Villarreal, por lo que, dijo, “ya no me le arrimé” a Beltrán Leyva. Tras la muerte del capo en Cuernavaca, quien le declaró la guerra fue Héctor Beltrán, pues lo considera traidor. La Barbie dijo también que el personaje más cercano a Arturo Beltrán fue Marco Antonio Pineda Villa, El Borrado, quien operaba las lanchas cargadas de droga del cártel de Beltrán Leyva, afincado en los estados de Morelos y Guerrero.

Guerra de mantas

Con las declaraciones que Valdez Villarreal rindió ante la PF ahora se sabe que él era el principal colocador de narcomantas en Morelos y en otros estados. Reconoció que las exhibía con un objetivo: “Para que la gente piense que voy perdiendo o para que la gente se asuste”.
Tras la muerte de Arturo Beltrán se multiplicaron las narcomantas contra Valdez Villarreal. El 22 de diciembre de 2009, por ejemplo, apareció una colgada en la colonia Lagunilla de Cuernavaca.
El mensaje era de apoyo a Valdez Villarreal y lo incitaba a iniciar una lucha en Morelos, “y para que sepan el poder de la mafia y que ésta nunca se va a terminar”. El texto estaba firmado con el alias de El Chiquis, quien advertía de una contraofensiva del narco porque las Fuerzas Armadas (el Ejército y la Marina) se habían metido con “la empresa”.
Y así ocurrió: a pocos días de la muerte de Arturo Beltrán fue acribillada la familia de Melquisedet Angulo Córdova, tercer maestre de Fuerzas Especiales de la Secretaría de Marina y quien participó en el operativo donde fue abatido El Barbas.
En abril de este año aparecieron 11 narcomantas en varios municipios morelenses, como Cuernavaca, Jiutepec, Yautepec y Emiliano Zapata. Los mensajes estaban firmados por miembros del cártel del Pacífico Sur (CPS) y eran contra Édgar Valdez Villarreal.
Uno de esos mensajes decía: “C.P.S. A toda la ciudadanía morelense. C.P.S. no se dedica a la extorsión telefónica, secuestros, robos, solo a lo que es nuestro negocio, el cual nos hace autosuficientes sin andar extorsionando como lo hacen la gente del homosexual Édgar Valdez Villarreal (Barby), con el apoyo de algunas autoridades castrenses el cual reafirma su participación ya que las 24 horas realizan recorridos por la avenida 10 de abril donde fueron encontrados 2 cadáveres y durante el día les han asaltado bancos estando operativos de fuerzas federales a escasas cuadras del lugar.
“Por lo que pedimos a la ciudadanía denunciar hechos de extorsión y robos a las autoridades correspondientes y exíjanles trabajen y todas aquellas autoridades que apoyen estos ilícitos los vemos como enemigos. ATTE. C.P.S. Estamos ubicando a este tipo de gentes, y en cuanto los tengamos, la orden es ejecutar y descuartizar.”
La detención de Édgar Valdez Villarreal golpea la estructura de los hermanos Beltrán Leyva, aunque lo cierto es que La Barbie ya operaba por su cuenta, como él mismo lo reconoce. Su captura llegó en el momento en que Felipe Calderón enfrentaba una gran presión, no sólo por su fallida guerra contra el crimen organizado, sino porque se acercaba la fecha de su cuarto informe de gobierno en medio de una avasallante crisis de violencia.
Aunque Genaro García Luna exigió reconocimiento para la PF –no obstante que el día que fue detenido Édgar Valdez dio de baja a 3 mil 500 agentes por reprobar los exámenes de confianza–, la aprehensión de La Barbie desató el escándalo por tratarse de una presunta captura arreglada a la que Valdez responde ahora delatando a sus rivales en el tráfico de drogas.
Tal versión cobró mayor fuerza el jueves 2 cuando el diario La Jornada publicó una nota en la que se afirma que, según fuentes de la SSP, la dependencia ofreció garantías a Valdez Villarreal para que colaborara con la autoridad.
Según esa información, el acuerdo entre el capo y la SSP incluye la posibilidad de no ser extraditado a Estados Unidos. A cambio, La Barbie proporcionó información relacionada con las organizaciones criminales, sus modos de operación y sus estructuras.
La DEA, sin embargo, le seguía los pasos a Valdez Villarreal desde años antes. El gobierno estadunidense ofrecía 5 millones de dólares por su captura y la PGR 30 millones de pesos a quien proporcionara información para detenerlo.
La DEA quiere que Valdez Villarreal sea juzgado en Estados Unidos. En 2006, Steve Robertson, agente especial de la agencia antidrogas estadunidense, se refirió al poder de La Barbie: “La Barbie Édgar Valdez Villarreal es un fugitivo… Es un traficante significativo debido al hecho de que es lugarteniente de una de las principales organizaciones de México, es una persona importante… Definitivamente, queremos tenerlo en nuestras manos”.