Jorge Alejandro Medellín
Noviembre 3, 2011 1:20 am
Noviembre 3, 2011 1:20 am
En la agenda de la transición a la democracia, la reforma al sector de las fuerzas armadas se ha quedado en el aire.
Los cambios que han vivido Marina y Sedena en el sexenio del presidente Felipe Calderón para modernizarse y estar a la altura del combate al narcotráfico, han ocurrido en la inercia de una estrategia que implica fuertes inversiones en compra de equipos, de material de guerra y de adiestramiento de elite dentro y fuera del país.
En este contexto, se vive una renovada búsqueda de acuerdos y lazos militares por parte de Estados Unidos a nivel continental. Esto ha impactado también a las fuerzas armadas mexicanas, en particular a la Marina, que ha decidido compensar los magros presupuestos que recibe del poder federal con adiestramiento naval norteamericano dentro y fuera del país.
En otro punto del escenario estratégico está la Sedena, en donde al menos tres grupos de militares de alto grado en el activo, así como generales en retiro, conforman una pinza que ataca desde varios frentes la actitud de la Marina, señalando primero su falta de patriotismo y luego su necedad al invadir esferas que históricamente han sido ocupadas y controladas por el ejército de tierra.
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Los cambios que han vivido Marina y Sedena en el sexenio del presidente Felipe Calderón para modernizarse y estar a la altura del combate al narcotráfico, han ocurrido en la inercia de una estrategia que implica fuertes inversiones en compra de equipos, de material de guerra y de adiestramiento de elite dentro y fuera del país.
En este contexto, se vive una renovada búsqueda de acuerdos y lazos militares por parte de Estados Unidos a nivel continental. Esto ha impactado también a las fuerzas armadas mexicanas, en particular a la Marina, que ha decidido compensar los magros presupuestos que recibe del poder federal con adiestramiento naval norteamericano dentro y fuera del país.
En otro punto del escenario estratégico está la Sedena, en donde al menos tres grupos de militares de alto grado en el activo, así como generales en retiro, conforman una pinza que ataca desde varios frentes la actitud de la Marina, señalando primero su falta de patriotismo y luego su necedad al invadir esferas que históricamente han sido ocupadas y controladas por el ejército de tierra.
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