domingo, septiembre 05, 2010

Tema en Milenio Semanal, Num. 671.

Los ladrillos rosas de La Barbie
Previo a los interrogatorios, Édgar Valdez Villarreal anticipó que tenía información valiosa sobre las redes de protección y corrupción policiaca que en varios Estados apoyan su actividad criminal.
Jorge Alejandro Medellín

De Édgar Valdez Villarreal se obtuvieron confesiones precisas, detalladas, rápidas ante la inminencia de su traslado a Estados Unidos en donde enfrenta cargos por asociación delictuosa y delitos contra la salud.
La Armada de México, que poseía información clave sobre sus escondites en la periferia del Distrito Federal, en las afueras de Morelos y en el Estado de México, varias veces estuvo a punto de capturarlo, pero un chivatazo, una filtración de alguien a quien la Marina investiga bastó para que huyera por tercera ocasión en menos de un año y se les fuera de las manos a los navales.
El Ejército mexicano también poseía información relevante y fresca sobre los movimientos de Édgar Valdez. En 10 de las reuniones especiales del gabinete de seguridad los marinos, los militares, la Procuraduría General de República (PGR) y la Policía Federal (PF) intercambiaron datos y recibieron información de la DEA y de otras agencias estadunidenses, entre ellas el FBI, sobre los movimientos de grupos colombianos y de operadores de La Barbie en un contexto muy preciso: las secuelas de la muerte de Arturo Beltrán Leyva.