domingo, febrero 08, 2015

Columna en Estado Mayor

Fragata

México, 8 de febrero.- Los daños colaterales tras la desaparición de los 43 normalistas de la escuela Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero -ocurrida la madrugada del 26 de septiembre del año pasado-, finalmente alcanzaron a la Marina.

Si el caso Tlatlaya no representaba mayor asunto que el de la simple confirmación de hechos y dichos de los 21 marinos que llegaron a la bodega de San Pedro Limón cuando la ejecución de 22 civiles ya había concluido, lo de Ayotzinapa, pinta para otra cosa.

Aunque a los mandos navales el tema no parece inquietarles gran cosa y están ahora más ocupados en redistribuir el presupuesto para el 2015, que era de poco más de 27 mil 026 millones de pesos, es innegable que el caso Ayotzinapa comienza a meterles ruido.

El tema de Tlatlaya está prácticamente zanjado para el Almirante Vidal Francisco Soberón Sáenz. Solo es cuestión de tiempo para que los marinos que arribaron a la bodega para conocer los hechos tras el enfrentamiento entre los 22 civiles y las tropas del 102 Batallón de Infantería, ratifiquen lo que los soldados les contaron aquella mañana del último día de junio del 2014.

No debe haber mayor problema y seguramente no lo habrá en este tema. Pero lo de Ayotzinapa es un asunto de gravedad que sigue sin resolverse y ahora va a escenarios internacionales, en donde los padres de familia de los normalistas desaparecidos y sus representantes y asesores legales reavivan su activismo en busca de pronunciamientos y de una nueva etapa de lucha que presione al gobierno de Enrique Peña Nieto a dar respuestas verdaderas, no solo consideraciones finales al estilo Murillo Karam.

Los padres de los normalistas buscan y exigen la verdad histórica. Recurren ahora a instancias elevadas en Ginebra, Suiza, en donde hablaron ante el Comité del Examen Periódico Universal de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),ante el cual expresaron todas las irregularidades y manejos opacos del gobierno federal en torno al caso. Nuestros siguen vivos, explicaron.

Los ecos de esta actividad van adquiriendo diversas formas y buscan caminos para que las demandas no se pierdan en el aire. Indagar hasta el cansancio cada párrafo del expediente de Ayotzinapa y encontrar pistas que permitan avanzar hacia la verdad histórica, implica abrir escenarios y tramos oscuros, de duda y posible replanteamiento.

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