martes, abril 26, 2016


Estaba a punto de ver a sus hijos pequeños…

Al igual que otros narcotraficantes históricos, El Chapo cedió a su impulso paternal.
Al menos cuatro refriegas entre marinos y escoltas de Joaquín Guzmán y una intensa movilización de personal naval mexicano (cerca de 2 mil elementos) y de los Estados Unidos anunciaban que el cerco sobre el capo del cártel de Sinaloa se cerraba cada vez más hasta asfixiarlo, entorpecer sus movimientos, bloquearle salidas y orillarlo a salir de su zona de protección para detenerlo vivo o muerto.
 Ocurrió lo primero. En su tierra, sí, pero no en su zona segura. Fue en un traslado que lo hubiera llevado a otro punto al norte del país para encontrarse con sus hijas y sus hijos que viajaron desde Estados Unidos para verlo en el rancho La Tuna.

Leer más...