lunes, abril 25, 2016


“Mis soldados”

Opacidad e impunidad en la que se han movido en los últimos años las fuerzas armadas, tiene, como se ve, costos inevitables.
El sistema se endurece, se cierra sobre sí mismo, se niega a la fiscalización, a la transparencia, a la rendición de cuentas; se rehúsa a cumplir con uno de los requisitos y premisas fundamentales de una democracia sana: La apertura real, que engendra credibilidad.
 Y a partir de esta circunstancia, de la cerrazón, del endurecimiento, todo es posible. Para mal y para peor.
 La cerrazón y la falta de credibilidad van minando, irremediablemente, los cimientos sobre los que está construida la frágil relación del poder, en todas sus formas, con el pueblo. Los saldos de una caída en picada en la tan deseada percepción social, llegan tarde o temprano. En este caso, a mitad de sexenio.

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