viernes, enero 16, 2009

Narco, violencia y crisis económica, focos rojos para Washington.


 
JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN
En los juegos de guerra diseñados por el Departamento de Estado Nortemericano, las invasiones u ocupaciones de tropas estadunidenses a países con severas trubulencias sociales son frecuentes.

México siempre ha estado incluido en este tipo de ejercicios de intervención militar virtual.

El narcotráfico, la corrupción gubernamental, la crisis económica, la violencia y la migración ilegal, aunadas a la la incapacidad de sus gobernantes para enfrentrar estos problemas han colocado cíclicamente al país en la mira del Pentágono.

En 1998, el ex secretario de Defensa de los Estados Unidos, Caspar Weinberger escribió, junto con el analista Peter Schweizer, el libro "The Next War" (La siguiente guerra), en el que se describe a detalle la ocupación militar de un México azotado por el desorden.

Weinberger plantea cinco escenarios de inestabilidad en Corea, China, Irán, Rusia, México y Japón.
En el caso de México, el narcotráfico, la violencia generalizada, la inestabilidad económica, la migración ilegal y la corrupción son los detonantes para una invasión diseñada tras el asesinato del imaginario presidente mexicano Lorenzo Zapata, en junio de 1999.

El crimen detona tras la nacionalización de la banca, la fuga de capitales, la migración de siete millones de mexicanos.

La actividad del cartel de las drogas dirigido por el capo "Ávila Ortiz Mena" (sic), se vuelve incontrolable.

Tras el magnicidio, el izquierdista  Eduardo Francisco Ruiz asume la presidencia de México, pero a la inestabilidad del país se suman rápidamente sus declaraciones acusando al gobierno norteamericano de sus fracasos.

El diario The New York Times advierte sobre el creciente concenso en la Casa Blanca para intervenir militarmente en México.

En Washington se afinan los detalles de la "Operación Azteca" y se da luz verde para que la Infantería de Marina penetre desde Arizona hacia Chihuahua.

Tres divisiones del Ejército y Marines cruzan la frontera y someten a los militares mexicanos, divididos por el presidente Ruiz, cuyo secretario de Defensa es el general Octavio Rivera.

En tanto, la Fuerza Aérea bombardea al Distrito Federal y a la ciudad de Guadalajaraen operaciones de ablandamiento que buscan una conclusión rápida a la intervención.

Pero, la resistencia surge. El presidente Ruiz y el general Rivera huyen con 2,500 sodados hacia Zacatecas e inician una guerrilla.

La invasión continúa. Las deserciones en el ejército mexicano son cuantiosas.
 
Los norteamericanos pierden solamente a 54 soldados
en combate.

La ocupación dura 9 meses y un gobierno provisional que simpatiza con Washington asume el poder.

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