martes, febrero 16, 2010

Columna DE ORDEN SUPERIOR

Teniente Coronel Roberto Nonato Jaen durante el curso a policías en Tlaquepaque, Jalisco, 2007.
Teniente Coronel Roberto Nonato Jaen (Facebook)
“Si la señora pone un pie adentro, le disparas…”
El "JJ", en Naucalpan
February 16, 2010
— 12:42 am

JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN
Agobiada por el calor del medio día, por el rayo del sol que calentaba los muros de la Procuraduría General de Justicia Militar (PGJM) sobre el Periférico, la señora Rosario Cortés desplegó como pudo una manta rotulada con la foto de su hijo, el Subteniente de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), José Raúl Vargas Cortés, vestido de gala y con una leyenda debajo del rostro del joven muerto: “Quince años de impunidad”.
Sola, en constante lucha con la diabetes que desde hace años la va disminuyendo y casi derrotada por el ninguneo, por las amenazas, la persecución y la frustración de trámites, promesas, juicios, amparos y negativas acumuladas en poco más, de tres lustros, la señora Cortés lanzó sus últimos gritos de protesta e indignación a las puertas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para reclamar el esclarecimiento de la muerte de su hijo, ocurrida un 20 de febrero de 1995 en la Base Aérea Militar Numero Uno de Santa Lucía.
Hace casi una semana, el 11 de febrero, un día después del Día de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), la señora Cortés se plantó quizá por última ocasión en el puente peatonal frente a la Sedena, luego ante las oficinas del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM) y más tarde en la entrada de la PGJM para exigir justicia, para ser escuchada, para exhibir la impunidad militar en el caso del fallecimiento de su hijo, quien según el Ejército se suicidó por una mujer militar.
La otra versión, la de la señora Cortés, dice que el Subteniente José Raúl fue ejecutado al interior de la base aérea por haberse enterado de cosas que no debía, entre ellas, de un presunto tráfico de armas ligeras desde Santa Lucía hacia Dallas y Houston, como parte de la Operación Casiopea. Lo otro, por haber conocido muy de cerca, durante su preparación en el sureste mexicano, la respuesta militar al alzamiento zapatista de enero de 1994.
En cualquier caso, la impunidad ha sido la vencedora en la historia de José Raúl y de su madre Rosario Cortés.