lunes, enero 02, 2012


Militarismo y elecciones

Gral. Brig. Ret. Pedro Sánchez Hernández
01 enero de 2012
Inconformidad
      Se han cumplido poco más de 5 años de intensa lucha en contra de la delincuencia organizada; el desgaste físico y moral ha sido soportado estoicamente por las Fuerzas Armadas.
     Como en casi todos los casos en que se ven involucradas las fuerzas armadas de un país, México no ha sido la excepción en cuanto al hecho de que las opiniones de la población se dividen.
     Unos han reconocido la necesaria participación de las fuerzas armadas en la lucha contra la delincuencia organizada y manifiestan su apoyo y confianza en las tropas.
     Otros, desgraciadamente azuzados por la “mexicana Quinta Columna” y por organizaciones internacionales de dudosa participación desinteresada, han denostado de múltiples maneras la actuación de las Fuerzas Armadas.
      El gobierno federal, ha corrido la misma suerte; sus detractores han logrado crear un clima de inconformidad con gran parte de la población.
     Ingredientes para cocinar ese clima de inconformidad, hay muchos; veamos sólo algunos de ello. Claro que en primer lugar se tiene el tema de la inseguridad. De ahí se pasa al simbólico aumento al salario mínimo, al permanente aumento a la gasolina, al aumento a las tarifas en autopistas que en su mayoría son carreteras comunes sólo enmarcadas por un acotamiento de tezontle.
     Seguimos con la proliferación de partidos políticos sin identidad propia, vendiéndose al mejor postor, convirtiéndose con eso en partidos mercenarios.
     Importante ingrediente viene a ser en estos momentos la lucha electoral del 2012. Sumas millonarias dilapidadas en campañas que a nadie convencen, sino al contrario causan gran malestar.
     Se tiene también la aceptación generalizada a la violación a la ley, al dar como un hecho que el sindicato de maestros se pueda afiliar en bloque al partido que les indique su lideresa, y que los partidos lejos de denunciar y evitar el hecho, por el contrario, entran a la subasta que de facto les hace el sindicato, tratando de ser el mejor postor. 
     En fin, son muchos los ingredientes, pero cerraremos con uno más: la controvertida Estela de Luz. Más de mil millones de pesos.
     ¿A quién le sirve el monumento? ¿Cuántas personas están esperando turno en las instituciones de salud del país para viajar a la capital de su Estado para someterse a una tomografía o a una resonancia magnética?
     Miles, y se debe a que sólo en las grandes ciudades se cuenta con la máquina correspondiente. Me dicen que una máquina de resonancia magnética nuclear cuesta alrededor de tres millones de pesos.
     Supongamos que el costo real fuera de 4 millones, quiere decir que con mil millones empleados sólo en la Estela de Luz, se comprarían para las instituciones de salud 250 máquinas que ayudarían a evitar las largas colas y los costosos desplazamientos a otra ciudad.
     En cambio, prevalece el costoso e inútil monumento que en adelante será motivo de burla o mofa, pues nadie en el futuro lo relacionará con el bicentenario de la Revolución, sino con la corrupción e ineptitud por el gran retraso de la obra y el incremento de su precio.

Administración
      La administración como ciencia o como arte, es universal; es inherente a cualquier organización incluyendo a la familia como núcleo de una sociedad.
       El jefe de familia de manera empírica o estudiada, es el encargado de administrar los muchos o pocos recursos económicos de que dispone. En todo caso si gasta más de lo que gana, está destinado al fracaso.
     Su primer paso será el pedir prestado, y de ahí en adelante seguirá la espiral de todo tipo de problemas.
     Otro caso es sobre  aquel que se atiene a su presupuesto pero a la hora de utilizar sus recursos, prefiere comprar su camiseta de la selección, su sombrero,  su boleto en la reventa para asistir al futbol y sus caguamas correspondientes, en vez de comprar una lavadora para su mujer.
     Su destino es vivir en la mediocridad. Si a este tipo de familias le agregamos que la señora, la sirvienta, y los hijos hacen mal uso del dinero que se les entrega para efectuar pagos como son la adquisición de víveres, el abono de la tele, las colegiaturas, el pago de la luz etcétera. Pues ya nos podemos imaginar el resultado.
      Lo anterior que sucede en el nivel familiar, es exactamente lo mismo que sucede a nivel nacional. La diferencia estriba únicamente en el hecho de que a nivel nacional no es sólo una persona la responsable de administrar los ingresos pues interviene el Poder Legislativo y  además, se multiplica el número de personas que manejan el dinero.
     En la familia, con excepción de la sirvienta, el resto se detiene un poco a la hora de malversar los recursos pues su conciencia les frena por tratarse de afectar el patrimonio de su padre, pero en el caso del gobierno, como dice la canción: ni parientes somos.
     
     Soluciones desesperadas
      Los sobrados motivos que han llevado a la población a una inconformidad cada vez mayor, así como las elecciones en puerta para cambiar al presidente de la república han hecho surgir a través de las redes sociales una serie de rumores en los que se indica que las elecciones serían anuladas y se entregaría el poder a los militares.
     Incluso, el politólogo e investigador Sarkis Mikel Jeitani escribió una novela (“Dictadura Militar en México”) en la que aborda el mismo tema de los rumores difundidos entre las redes sociales.
     Cito una parte textual de la síntesis de la contraportada: “Esta novela explora un elemento fundamental de la pre contienda (sic) presidencia electoral del 2012 y las características de los hechos que pueden llevar al país y la forma en que el Ejecutivo Federal entregue el poder a una Junta Militar…”.
      Otro de los rumores difundidos en las redes sociales, apunta a inducir a las Fuerzas Armadas a tomar el poder.
     Reacción oficial
     Lareacción oficial ante una hipotética recepción o toma del poder por los militares en México es acorde a los antecedentes históricos de México y de algunos países de nuestro continente.
      Para no citar a los países extranjeros, me refiero a México. Porfirio Díaz, el ser el protagonista de una lucha en la que le tocó perder por no haber tenido el tino de retirarse a tiempo, le hizo perder el valor de sus obras positivas, que fueron muchas.
      Nos quedaron únicamente en la memoria, sus errores y el estigma de ser el opositor de todo lo que representó Madero.  
       Por lo anterior, la reacción oficial es de repudio total a cualquier tipo de dictadura. Somos amantes de la libertad. La palabra libertad, fue el grito de guerra en la lucha  de  independencia.
     También lo fue en la revolución de 1910, “tierra y libertad” decía Zapata. Aún ahora se observa en algunas de las múltiples manifestaciones que no falta la pancarta o el discurso que mencione la palabra libertad.
      Claro que a todos nos gusta la libertad y loco sería quien se atreviera a pedir lo contrario. Lo malo del asunto es que no es posible ser totalmente libre pues todos tenemos obligaciones y cada obligación limita o afecta de alguna manera a nuestra libertad.
     Una dictadura supone invertir la balanza al reducir los derechos y al aumentar las obligaciones y en consecuencia limitar o afectar la libertad.

Derechos y obligaciones a la balanza
    Visto lo anterior, ¿qué es lo deseable? Tenemos casi un siglo disfrutando de total libertad, pero somos el México sumido en la pobreza, en la corrupción, en el atraso, en la inseguridad, en el pésimo nivel educativo y en suma un país tercermundista o si quieren “en desarrollo” para que no se oiga tan ofensivo.
    ¿O lo deseable sería el invertir los pesos en la balanza acumulando las obligaciones en detrimento de las libertades? ¿Mejorarían las condiciones en el país?
No lo podría asegurar pues se requiere el sacrificio y la tolerancia de todos, pues eso no se logra de la noche a la mañana.
No deja de llamar la atención, el hecho de que el único cambio significativo que transformó al país cambiando realmente su imagen, se dio durante el Porfiriato a pesar de la pobreza del campesino.
Es también de llamar la atención que la República Popular China proclamada en 1949 cuando en México el PRI gobernaba a través de Miguel Alemán, haya alcanzado a la fecha, un avance tan considerable mientras que nosotros no tenemos ningún cambio relevante.

¿Se necesita a los militares en el poder?
    Seguramente es un tema polémico en el que mucha gente votaría por el no. Saldrían a relucir supuestas desapariciones forzadas, secuestros, asesinatos y tortura entre otras cosas.
Al igual que en tiempos de la revolución, sería necesario el aval de nuestros vecinos del norte para tener libertad de acción y para mantenerse en el poder.
Es muy posible suponer que se lograrían avances significativos, pero se correría el gran riesgo de que la junta militar y su jefe, tuvieran un final en la historia, similar al de Pinochet.  

    Dicen que no se puede “civilizar” a un militar
    Es más fácil militarizar a un civil, que civilizar a un militar, dicta la sentencia de algún ingenioso detractor. ¿Porqué llevarle la contraria entonces?
    En el Ejército existe una sana rivalidad entre personal diplomado de Estado Mayor y el personal táctico. Los primeros se ufanan de ser más técnicos, los segundos de ser más prácticos.  A su vez, los técnicos son acusados de complicados, y los prácticos de “mal hechos”.
     En mi carácter de táctico, recuerdo que solía decirle a mi grupo de comando “Hay que copiarles lo bueno a los diplomados, pues aunque parezca mentira tienen cosas buenas”. Dicho sea con todo respeto al personal de Estado Mayor, lo hacía jugando con las palabras para incentivar a la gente.
      Se me ocurre que algo similar podría hacer un gobierno democrático; estudiar a las Fuerzas Armadas no con el fin de criticarles, sino con el afán de comprobar el porqué en lo interno, funcionan  como una máquina bien lubricada; tomar para sí lo que pudiera tomarse, sin afectar notablemente a la población en sus libertades.
     Borrar el estigma de que militarización equivale a algo negativo. Ya tenemos suficientes sexenios “civilizados” y el clamor popular se refleja a través de las encuestas que citan a la civil Clase Política en último lugar de confianza, y en cambio a la parte militar la ubica entre los primeros lugares.
     ¿Curioso verdad? No es congruente que con esas encuestas, el estigma negativo lo lleven militares y no los civiles. La respuesta a esa incongruencia, es que la parte civil es la dueña del “micrófono” mientras que su contraparte se desenvuelve con discreción.
    Al entender a las Fuerzas Armadas, los civiles caerían en la cuenta de que nuestros mundos son iguales; la diferencia es que en las Fuerzas Armadas, se respetan las reglas, y con eso surge la disciplina que facilita la buena administración.
     El primer paso de un gobierno civil, democrático, que hubiera estudiado las ventajas o cosas positivas de las Fuerzas Armadas, sería concientizar a los mexicanos en el cumplimiento de las reglas.
     Nuestro Congreso ya está muy ocupado legislando, por lo que no sería conveniente aumentar su carga de trabajo pues las leyes ya están hechas, el problema es que son letra muerta. Enseñar desde las escuelas que la ley es la ley y su violación tiene que pagarse con una sanción.
     En éste contexto no debe calificarse a estas acciones como “cero tolerancia” pues no se está siendo tolerante o intolerante, simplemente es la aplicación de la ley.
    Claro que para no crear descontento a la hora de aplicar la ley, esta se debería aplicar   a toda persona por igual como ya lo cita la Constitución; no importa si se trata de un funcionario público, de un líder sindical, de un obrero e inclusive de un campesino; no importa si se trata de un “activista” “un luchador social” o “un ecologista”, si estos en sus actividades violan la ley, deben pagarlo en vez de cubrirse con el manto de perseguidos políticos.
    Tras ese primer paso vendría lo demás sin necesidad de alterar la poca paz pública que nos queda, ya merecemos un cambio significativo.