sábado, octubre 04, 2008

Analizan uso del Ejército en combate a las drogas.

MILITARIZACIÓN, ÚNICA SALIDA A LA OFENSIVA DEL NARCOTRPAFICO EN MÉXICO.


JORGE ALEJANDRO MEDELLIN

El crimen organizado ha alcanzado en México una “dimensión de peligrosidad como no se registra en ninguna otra parte de América Latina”, lo cual ha obligado al involucramiento de las fuerzas armadas en la lucha contra los cárteles de la droga.
Esta participación ocurre con el apoyo mayoritario de la población y se da también, entre otros factores, por la corrupción e incapacidad policíaca para atacar este fenómeno, sostiene el investigador argentino Mariano César Bartolomé, catedrático de la Escuela de Defensa Nacional (EDENA) y de la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina.
En su estudio "Las Fuerzas Armadas Latinoamericanas: Una heterogeneidad poco conocida", aparece en el número más reciente de la revista del Centro de Estudios en Seguridad Hemisférica, publicado en Washington, el especialista señala que la participación del Ejército Mexicano aumentó en forma considerable con el gobierno de Felipe Calderón.
Ante este escenario de violencia, el mandatario "incrementó la participación militar en operaciones contra el crimen organizado al nivel más alto de la historia, desplegando a finales del año 2006 más de cinco mil efectivos de las tres fuerzas en la Operación Conjunta Michoacán".
Menos de un mes después, el despliegue militar comenzaba a extenderse a los estados de Guerrero, Durango, Chihuahua y Sinaloa, al igual que en la región de la Sierra Madre Occidental.
El especialista considera que en México son siete "y no cuatro, como suele pensarse", los grupos de narcotráfico que han extendido sus actividades por el territorio nacional.
César Bartolomé explora las particularidades en torno a las misiones que cumplen las fuerzas armadas latinoamericanas, comenzando por la llamadas "misiones tradicionales" como son las de defensa exterior y seguridad interna, y pasando por aquellas en las que se ha tenido que recurrir a los ejércitos para enfrentar las graves limitaciones de los cuerpos policíacos nacionales contra el crimen.
En el análisis se excluye a Colombia debido a las características del conflicto interno que se vive ahí, con una conjunción de guerrilla, narcotráfico, secuestros, autodefensas rurales y violencia callejera.
Brasil aparece como una de las excepciones en las que el gobierno ha ido requiriendo cada vez menos de sus fuerzas armadas para enfrentar y controlar estallidos de violencia social, que tan solo entre 2001 y 2005 dejaron una estela de 208 mil 582 muertos en las favelas de las principales ciudades de ese país, sobresaliendo Rio de Janeiro.
En este panorama, México es un paradigma en el que la operación de las fuerzas armadas se hace necesaria no solo por la corrupción e ineficacia de los cuerpos policíacos, sino por la creciente violencia desarrollada por los grupos del crimen organizado, señala el especialista.

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